Qué son los terrores nocturnos y cómo se tratan

Los terrores nocturnos son un trastorno de la conducta infantil. Se caracterizan porque se producen episodios repentinos de pánico nocturno, generalmente durante la hora de mayor profundidad del sueño, entre las 11 y las 2 de la madrugada. No suelen durar más de 20 minutos, pero pueden parecer mucho más largos.

Durante esos «dramas» los niños se despiertan gritando aterrorizados, sufriendo ansiedad extrema y profunda angustia como consecuencia del miedo que sienten. Los episodios pueden variar en duración desde unos pocos segundos a varios minutos.

Los padres a menudo no saben cómo ayudar a sus hijos a superar estos terrores nocturnos. Aunque no existe una solución fácil, es importante comprender cómo funcionan, para poder abordarlos de manera efectiva.

En qué consisten y cuándo se producen

Son más comunes en niños de 18 meses a 5 años, pero también pueden afectar a adolescentes y adultos jóvenes. A menudo, los episodios incluyen gritos de terror, movimientos de cuerpo, desorientación temporal, sudoración, lágrimas y llamar consciente.

Los padres pueden intentar acercarse a su hijo para tranquilizarlo, pero en algunos casos, esto puede empeorar la situación.

Los terrores nocturnos son impulsados por una variedad de factores, que incluyen:

  • Ansiedad.
  • Estrés.
  • Una dieta baja en nutrientes.
  • Una caída del sueño.

Muchas veces, también están relacionados con el desarrollo de habilidades cognitivas como el lenguaje, la memoria y el aprendizaje.

Terrores nocturnos en bebés de menos de 1 año

Son relativamente infrecuentes en bebés de 1 año, aunque es posible que algunos lo experimenten a esa edad. Suelen ser más leves que en niños mayores, ya que los bebés no pueden hablar y describir lo que está sucediendo. En lugar de despertar completamente, el bebé podría llorar, gritar, golpear los brazos y las piernas, sentirse muy ansioso o incluso salir de la cama.

Estos episodios pueden durar de 5 a 15 minutos, y generalmente no recuerdan nada al despertar. Cuando un bebé tiene terrores nocturnos, se pueden hacer algunas cosas para ayudar a aliviar los síntomas, aunque siempre lo mejor es consultar con el pediatra.

  • Asegurarse de que el bebé esté durmiendo en un entorno seguro y relajado.
  • Mantener la habitación lo más oscura y silenciosa posible.
  • Si el bebé se despierta durante un episodio, tratar de tranquilizarlo hablando con él en voz baja. No hay que tocarlo o abrazarlo, ya que esto puede hacer que el episodio sea peor.

Síntomas de los terrores nocturnos

Alrededor del 4-6% de los niños entre los 2 y los 12 años sufren de terrores nocturnos. Los síntomas generalmente se manifiestan entre la edad de 18 meses a 5 años y suelen desaparecer solos entre los 5 y los 8 años. Los síntomas principales incluyen:

  • Despertares bruscos que normalmente suceden entre las 3 y las 6 horas de sueño profundo y duran entre 5 y 15 minutos de duración. Durante los terrores nocturnos, los niños sienten miedo y pánico intenso y suelen hacer movimientos extraños e involuntarios.
  • Algunos niños también gritan, lloran o tienen espasmos musculares. Aunque los terrores nocturnos son a veces alarmantes para los padres, por lo general no tienen ninguna consecuencia a largo plazo en la salud.

Causas de los terrores nocturnos

Aunque los terrores nocturnos son comunes en los niños, su causa exacta sigue siendo un misterio. Sin embargo, hay algunas posibles explicaciones.

  • Los factores etológicos como la ansiedad, los trastornos del sueño y el estrés pueden contribuir a los terrores nocturnos, especialmente cuando se combinan con otros factores, como los cambios de horario, fatiga, sueño excesivo y estresantes situaciones ambientales.
  • Predisposición genética, elementos psicológicos y perturbaciones en el nivel de neurotransmisores. Entre ellos, se destaca un posible déficit de serotonina, un neurotransmisor que contribuye al sueño profundo.

Cómo actuar ante los terrores nocturnos

Los terrores nocturnos pueden ser frustrantes y aterradores tanto para los padres como para los niños, cuando no saben cómo lidiar con ellos. Pero, es importante mantener la calma y hablar con el médico del niño.  Si las estrategias de abordamiento de pánico son aplicadas con constancia, se pueden reducir los episodios de terrores nocturnos.

  • Enseña a tu hijo a relajarse usando técnicas como yoga infantil, respiración profunda y respiración cuenta atrás. Estas podrían ayudar a preparar el cuerpo y la mente para el sueño y reducir el estrés durante la noche, ayudando a dormir mejor.
  • Prueba con cambios en el ritmo de sueño para conseguir un horario de descanso estable y adecuado. Esto ayudará a su cuerpo a regular la producción de hormonas como la melatonina, necesaria para mantener el sueño profundo.
  • Los padres deben prestar especial atención la rutina de sueño saludable de su hijo y su estado de ánimo en general. Si hay un cambio súbito en los patrones de sueño y la angustia, busca el consejo de un profesional. Se debe tratar de mantener una hora de acostarse fija.
  • Combatir el miedo del niño. Utiliza los cuentos de hadas y el humor para ayudar a tu hijo a desarrollar una actitud positiva acerca de los terrores nocturnos. Esta es una forma muy poderosa de ayudarlo a superar esos miedos y de abordar sus preocupaciones con confianza.
  • Crear un ambiente seguro y relajado en la habitación
  • Tener una dieta nutritiva.

Hay que recordar a tu hijo que los terrores nocturnos van y vienen, y que pronto pasarán.

Tratamiento de los terrores nocturnos

Es importante hablar con un profesional de la salud mental puede ayudar a descubrir los factores que determinan los terrores nocturnos. Estos profesionales pueden realizar una evaluación y establecer medidas para que los niños duerman bien tales como:

  • Limitar la cafeína.
  • Establecer un horario de sueño regular.
  • Evitar los estímulos excesivos.
  • Asegurarse de que los niños estén relajados antes de acostarse.
  • Fomentar patrones de sueño saludables.

Los terrores nocturnos son parte del desarrollo normal de los niños y se suelen superar por sí solos a medida que el niño crece. Si te sientes preocupado por los terrores nocturnos de tus hijos, debes acudir a un profesional de la salud mental para obtener información y ayuda. En SaludOnNet contamos con pediatras especializados en este asunto dispuestos a ayudarte.

¿Qué es la herpangina y cómo se contagia?

La herpangina es una infección faríngea viral que afecta principalmente a la población pediátrica. Esta enfermedad infecciosa está provocada, en la mayoría de los casos, por el virus Coxsackie de tipo A y, a veces, por otros enterovirus. Es muy frecuente en niños de 3 a 10 años y afecta a la parte de la boca. Sin embargo, la herpangina en adultos no es tan habitual; tampoco en lactantes.

Esta enfermedad se presenta con úlceras, a partir de vesículas, y ampollas rodeadas de un anillo rojo en cavidad bucal.

Principales síntomas de la herpangina

El síntoma más característico, que aparece unas 48 horas después que el resto, son las lesiones papulo vesiculosas en la zona de la amígdala, el paladar blando, la úvula y la lengua. Son pequeñas (1-2 mm de diámetro) y no suele haber más de 15 o 20 lesiones (lo habitual es entre 4 y 5). En las 24 horas siguientes a su aparición se convierten en úlceras superficiales. Es raro que su tamaño exceda de 5 mm de diámetro y se curan cuando pasan entre 1 y 5 días.

Otros síntomas de esta enfermedad, previos a las lesiones, son:

  • Aparición brusca de fiebre. El niño se encuentra decaído y con malestar general.
  • Dolor de garganta.
  • Cefalea.
  • Dolor en el cuello, abdomen y extremidades.
  • Vómitos y convulsiones (sobre todo en lactantes).
  • Falta de apetito.

Una de las principales complicaciones de la herpangina en niños es la deshidratación. Los niños, al tener aftas en la boca que les duelen, no quieren ingerir alimentos ni bebidas. Los padres, al detectar esta falta de apetito, deben acudir al médico.

Pasados 7 días desde su inicio los síntomas desaparecen, estando el paciente ya asintomático. Tras haber pasado la enfermedad la herpangina deja inmunidad frente a la cepa que lo ha provocado, pero pueden producirse episodios de repetición causados por otros virus Coxsackie del grupo A o por otros enterovirus.

Diagnóstico de la herpangina

El diagnóstico es clínico y se establece por los síntomas, sobre todo por las lesiones orales características. Para confirmarlo se puede realizar aislamiento del virus de las lesiones. El periodo de incubación es de 2 a 10 días.

Tal y como se explica en el Manual MSD cuando se habla de esta patología, este virus puede confundirse con la estomatitis herpética (se caracteriza por úlceras mayores y más persistentes), las aftas recidivantes y las aftas Bednar (que rara vez aparecen en la faringe y que no suelen asociarse a síntomas generales). También con el virus Coxsackie A10, que causa una enfermedad similar, la faringitis linfonodular, pero con lesiones orales y faríngeas diferentes, que consisten en nódulos sobreelevados blanco-amarillentos.

Tampoco debe confundirse la herpangina con la enfermedad boca-mano-pie, provocada por el virus Coxsackie A16, que se aparece en forma de exantema vesiculoso de la piel y las mucosas. También afecta con más frecuencia a niños pequeños. Su evolución es similar a la herpangina, pero el exantema vesiculoso se distribuye por la mucosa bucal y el paladar, con lesiones similares en las manos y los pies y, a veces, en el área del pañal.

Cómo se contagia la herpangina

La transmisión de este virus es por contacto, por lo que su contagio es frecuente teniendo que en cuenta que los niños eliminan el virus en sus secreciones (nariz, saliva y boca) y contaminan con sus manos muchos lugares comunes en colegios y guarderías.

Por este motivo es muy importante enseñarles a lavarse bien las manos, ya que los virus mueren con el lavado de manos y con el gel hidroalcohólico. Asimismo, los padres deben evitar llevarlos al colegio cuando están enfermos, para no propagar el contagio.

Cómo curar la herpangina

No existe un tratamiento para este virus, por lo que actualmente lo único que se hace es intentar aliviar los síntomas. Generalmente se dan analgésicos para el dolor, antitérmicos para la fiebre y mucha hidratación. En ocasiones se recurre a pomadas anestésicas, como lidocaína, para calmar el malestar en la boca.

La dieta debe ser blanda y debe consistir en alimentos fríos, para aliviar el dolor de la boca, así como evitar alimentos calientes, fritos o que puedan irritar, como los cítricos o los salados. Es recomendable realizar una buena higiene bucal, con cepillos dentales suaves y enjuagues con anestésicos locales.

Si tu hijo presenta aftas en la boca, que van acompañadas de fiebre y malestar, te aconsejamos que acudas al médico para que realice un diagnóstico acertado. En SaludOnNet contamos con especialistas dispuestos a ayudarte en lo que necesites, sin esperas y a precios muy competitivo.

Cómo prevenir y tratar los piojos

Todos los años hay un momento en el curso escolar en el que llega una notificación del colegio a los padres avisando de que hay piojos en la clase. Estos pequeños insectos, que viven en el cuero cabelludo de las personas, nos acompañan desde hace miles de años. Son más habituales en niños en edad escolar, pero también puede sufrirlos adolescentes y adultos.

Tener piojos en la cabeza se denomina pediculosis de la cabeza, tal y como explican los autores J.M. Gairí Tahull, V. Molina Morales, F.A. Moraga Llop, X. Viñallonga Sardá, E. Baselga Torres, es una ectoparasitosis ocasionada por los piojos, que son parásitos externos que requieren un tratamiento para su desaparición. Los piojos tienen un ciclo vital de unos 30 días y un tamaño aproximado de entre 2 y 4 mm. Los piojos hembra pueden poner de 6 a 10 huevos al día y pueden sobrevivir entre 24 y 38 horas fuera de la cabeza.

Los piojos aparecen en todas las clases sociales. Su saliva es irritante y necesitan calor humano para sobrevivir. Se alojan mayoritariamente en la nuca y en la parte posterior de las orejas. Desde la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria dan las pautas sobre cómo poder actuar.

Características y contagio de los piojos

Los piojos viven entre 30 y 40 días, se alimentan de sangre, provocan picor y hacen que aparezcan ronchas en la cabeza. Se contagian por contacto físico, pasando de una cabeza a otra, ya sea jugando, haciendo deporte o compartiendo artículos personales como peines, cepillos o almohadas.

Síntomas y tratamiento

Es importante que los padres estén pendientes de si sus hijos se rascan, porque los piojos producen una sensación de cosquilleo, de sentir que algo se mueve en la cabeza. Además, causan granos e irritación en el cuero cabelludo, así como ardor e irritación.

No existe un método efectivo al 100% para eliminarlos. No obstante, los especialistas recomiendan combinar el uso de champús, lociones y la remoción manual mediante liendreras. Se recomienda:

  • Utilizar lociones que incluyen insecticidas, dejando actuar el tiempo que establece el fabricante. Este tratamiento debe repetirse pasada una semana, para matar los insectos que hayan podido resistir, ya que tras 7 días se transforman en piojos.
  • Pasar la liendrera mechón a mechón para que salgan los piojos que pueda haber y también las liendres. Hay veces que es necesario quitar las liendres de manera manual, ya que son tan pequeñas que la liendrera no las coge. Pasadas 24 horas es importante pasar de nuevo la liendrera.
  •  Desinfectar los utensilios para los cabellos con agua hirviendo o jabón durante 10 minutos. Pasar la aspiradora por la alfombra, los sofás, los asientos del coche…etc. Lavar la ropa, las toallas y la ropa de cama a 60º.
  • Examinar a los otros miembros de la familia para comprobar que no se han infestado.

Prevención para evitar coger piojos

Aunque es complicado librarse de los piojos, sobre todo en el colegio, algunos consejos pueden lograr que escapemos de estos insectos tan molestos. Los principales son:

  • Pasar la liendrera o un peine de púas finas sobre el cabello húmedo una vez a la semana, durante la ducha. Asimismo, revisar el pelo de los niños de manera frecuente.
  • No compartir gorras, peines, bufandas, toallas ni cepillos.
  • Llevar el pelo largo recogido en clase.
  • Usar repelente de piojos, como el árbol de te en la nuca, detrás de las orejas o añadido al champú.
  • Utilizar champú de vinagre de manzana.
  • Después de haber tenido piojos es importante limpiar bien los cepillos y peines en agua caliente, a 60 grados, de manera habitual.
  • Los artículos que no pueden lavarse se tienen que meter en una bolsa hermética al menos 14 días o dejarlos un día a temperatura de congelación con el fin de evitar la supervivencia de los piojos.

Falsos mitos de los piojos

Hay afirmaciones sobre los piojos que han pasado de generación en generación creyendo que eran ciertas y con el tiempo se ha comprobado que no lo son. A continuación, mostramos algunas de ellas:

  • Tener piojos no está relacionado con tener malos hábitos higiénicos. Las personas muy limpias también los cogen.
  • Los animales y mascotas no contagian los piojos.
  • Son más frecuentes en niños, pero pueden afectar a los adultos. Seguro que conocemos a alguna madre que, a la vez que sus hijos, ha tenido que seguir el tratamiento para eliminar los piojos de su cabello.
  • Estos insectos no vuelan ni saltan. Tampoco se ahogan en el agua.
  • No es necesario aislar a los niños que tienen piojos, solo tratarlos.
  • Cortar el pelo es algo que no acaba con los piojos, ya que suele estar en el cuero cabelludo, no en la melena.

Si quieres saber más sobre estos incómodos insectos que vuelven con el curso escolar te recomendamos que acudas a un especialista que te explique cómo tratarlos. En Saludonnet contamos con médicos dispuestos a ayudarte en lo que necesites.

Cómo hacer más llevadera la vuelta al colegio

Llega septiembre y un año más, vuelta a la rutina. Si a los adultos nos cuesta incorporarnos al trabajo después de las vacaciones de verano, es fácil entender que a los niños se les haga cuesta arriba. Hay que pensar que, después de dos meses y medio sin demasiadas obligaciones, deben volver al colegio.

Pero la realidad es que tienen que ir a la escuela o al instituto con la mejor actitud posible. Para ello, los expertos dan algunas pautas que pueden ayudar a los padres para que esos primeros días no tengan que arrastrar a sus hijos con lágrimas en los ojos, sino que vayan por su propio pie contentos por el inicio de un nuevo curso.

Desde el Colegio Oficial de Farmacéuticos proponen unos consejos muy útiles para esta vuelta al cole sobre alimentación, sueño, peso de las mochilas y formas de evitar los piojos.

Motivación y calma

La clave está en no esperar al último día para cambiar la rutina del verano. En vacaciones los niños se acuestan más tarde y dedican la mayor parte del día al ocio. Por eso es bueno ir acostumbrándoles a cambiar sus horarios de despertarse y dormir, de manera paulatina. También se recomienda hacer una programación diaria en la que los pequeños vean qué van a hacer cada día.

Una buena idea, para evitar el shock que supone la vuelta a la rutina, es intentar realizar alguna actividad de ocio que les recuerde un poco a las vacaciones. Las primeras semanas de colegio suelen ser más tranquilas y seguramente sin mucha carga escolar, por lo que es un buen momento para poner en práctica este consejo.

Para un niño la vuelta al colegio puede suponer muchas cosas: ver a sus amigos, cambiar de clase, de profesores, aprender cosas nuevas…etc. Por eso es importante motivarles y que unos días antes se impongan de nuevo las rutinas olvidadas durante las vacaciones, tanto de sueño como de hora de comer. Hay que hacerles entender que ir al colegio es algo práctico que les va a servir en su día a día. Pero no se le debe preguntar al niño si quiere ir al colegio, ya que debe darse por hecho que va a ir.

Definir objetivos

Ayudarles a preparar el material escolar hace que se motiven para afrontar el inicio del curso. En ocasiones los padres no sabemos cómo motivar a los hijos, pero hay que saber que motivar no es animar, sino darle motivos para que afronte el curso de la forma más sana posible. También hay que evitar asustarles con frases como “el curso que vas a empezar es muy difícil”, generando inseguridades y miedos.

Hay que definir objetivos, antes de cualquier comienzo de curso. Reunirse con ellos y preguntarles qué es lo que esperan del curso que van a empezar. De esta forma podemos saber cuáles son sus metas en materia académica y también en la parte social, en la relación con los compañeros y en cómo los ven y cómo les gustaría que los vieran. De esta forma, a final de curso es fácil comprobar si ha habido mucha desviación en cuanto a sus intenciones, quedando por debajo de las expectativas o superándolas.  

Capacidad de adaptación

En definitiva, muchas veces con la vuelta al cole sufren más los padres que los hijos. Los niños tienen una capacidad de adaptación extraordinaria. Puede que entren a la escuela llorando o tristes, pero a los 5 minutos lo normal es que se les haya pasado y disfruten de la experiencia de los primeros días de colegio, en los que cuentan a sus amigos cómo ha sido su verano.

Por último, como padres, hay que detectar cuando un niño dice que no quiere ir al colegio porque está mejor de vacaciones o porque tiene algún problema en el centro escolar. En el segundo caso habría que detectarlo y tomar medidas.

Si tu hijo no quiere ir al colegio y crees que hay un motivo de peso detrás es importante que acuda a un especialista que le pueda ayudar, además de informar al centro educativo. En SaludOnNet contamos con psicólogos dispuestos a escuchar a tu hijo y ayudarle.

¿En qué percentil debe de estar un niño?

El percentil un método estadístico que compara niños; una medida tomada de unas gráficas que utilizan los pediatras o las enfermeras pediátricas para conocer el crecimiento del niño. Se basa en un modelo estadístico realizado a partir de estudios de altura y peso tomados entre miles de niños y niñas, que representan a la población infantil.

Percentil es una palabra que aparece con frecuencia en las conversaciones de madres y padres de niños recién nacidos y en edad escolar. Se valora comparando, en una gráfica de crecimiento, las medidas de un niño concreto frente a los de su misma edad. Es un reflejo del estado global de salud y de nutrición.

Esto hace que, en determinadas ocasiones, cuando el percentil es bajo, los progenitores se preocupen, muchas veces sin motivo. Además, a veces piensan que este dato ayuda a hacer predicciones sobre cuál va a ser la altura del niño cuando sea mayor. Pero estos pronósticos son complicados, porque el crecimiento final está marcado por el momento del cambio puberal; en función de cuándo se produzca, el niño crecerá más o menos.

Qué es el percentil del bebé

Los percentiles marcan los márgenes de la normalidad. Cuando se dice que un niño está en el percentil 30 de talla lo que quiere decir es que, de 100 niños, hay 30 que son más bajos que él y 70 que son más altos. Es una manera de situar al niño en el contexto de toda la población infantil.

Según señalan desde la Asociación Española de Pediatría el crecimiento de un niño depende, sobre todo, del potencial genético de cada individuo y del sexo. No obstante, también influyen otros factores como la nutrición, la actividad física o la aparición de problemas de salud.

En qué consiste la medición

Para calcular el percentil de un bebé o niño los pediatras utilizan unas tablas. Trabajan con 4 tablas de percentil de crecimiento diferentes, que se dividen en edad y sexo. Serían:

  • 2 gráficas desde el nacimiento hasta los 2/3 años: una para niños y otra para niñas.

En ambos casos se evalúa el peso, la talla con el niño tumbado de pies a cabeza y el perímetro craneal o el percentil de la cabeza del bebé. Como la medición de la talla se realiza con el bebé tumbado en un tallímetro, puede haber errores si se le estira mucho de los pies y se despega de la cabeza. Por este motivo en estas edades es más fiable el dato del peso, para conocer el crecimiento del lactante.

  • 2 gráficas desde los 2/3 años hasta la adolescencia: una para niños y otra para niñas.

En niños mayores de 2 años se mira la talla (de pies a cabeza en bipedestación) y el percentil del peso. También puede tomarse en cuenta el índice de masa corporal (IMC), un dato que se obtiene dividiendo el peso por la talla al cuadrado (peso/talla2).

¿Cuál es el percentil normal?

Para valorar si un niño crece de manera normal y está sano no es necesario que esté en un percentil determinado. Tan normal es el percentil 3 como el 97.  Es importante saber que la talla final del niño depende, en buena parte, de factores genéticos que no se pueden modificar. Si el niño tiene unos padres muy altos seguramente va a ser muy alto y si son bajos, será así también. Pero eso no significa que esté menos sano. De hecho, también hay niños que por debajo por encima de lo que se considera “normal” (entre 3 y 97) y no significa que tengan ningún problema.

Lo deseable, según indican los pediatras, es que la curva de crecimiento del niño sea armónica y siga una evolución. Es decir, el percentil debería ser más o menos constante y no estancarse. Cuando un niño está en el percentil 30 y se mantiene siempre igual, es que todo va bien. Sin embargo, un niño que siempre lleva un percentil 75 y de repente baja al 30 o 40, puede indicar que hay un problema.

Si quieres saber cuál en qué percentil está tu hijo debes acudir a consulta de pediatría para que realice las mediciones necesarias. En SaludOnNet contamos con especialistas dispuestos a ayudarte, sin esperas y a precios muy accesibles.  

¿Qué es el test de Apgar y cuándo se realiza?

El test de Apgar es un examen clínico que se realiza al recién nacido justo después del parto. Se utiliza como sistema de medición para conocer las condiciones en las que nace el bebé y así poder actuar de forma inmediata, en caso de ser necesario. Esta prueba solo pueden realizarla los médicos que se encuentran en el paritorio, ya que exclusivamente tiene validez en el momento del nacimiento.

Nacer es una situación traumática para un bebé. Tiene que salir por un sitio por el que aparentemente no cabe y con una serie de cambios fisiológicos en su organismo importantes. Debe adaptarse al medio, ya que pasa de uno líquido interno a otro aéreo externo. Además, al cortar el cordón umbilical se le acaba el suministro de oxígeno y de comida y tiene que aprender a respirar por sí solo en segundos.

Test de Apgar: puntuación

Según indican desde la AEPED (Asociación Española de Pediatría) esta prueba mide el bienestar del bebé y debe realizarse al minuto del nacimiento y a los 5 minutos de vida. Es un test neonatal que evalúa cinco parámetros y puntúa de 0 a 10 (2 puntos máximo por parámetro analizado). La primera medición sirve para evaluar el nivel de tolerancia del bebé al proceso de nacimiento y la segunda para saber cómo se está adaptando al medio ambiente y cuál es su capacidad de recuperación.

El primer Apgar puede hacerse junto a la madre, cuando está piel con piel y, si la puntuación es mayor a 7, el bebé puede continuar con su progenitora. En este caso los médicos realizan también la segunda medición con el bebé sobre la madre. Esto facilita el vínculo afectivo y ayuda a la lactancia materna.

 Si la puntuación es inferior a 7 debe ser trasladado a otro lugar para atenderlo y estabilizarlo.

Test de Apgar: interpretación. Parámetros a evaluar

El test de Apgar mide cinco parámetros diferentes, que describen la situación del recién nacido. En la primera valoración debe responder a preguntas como si el bebé es a término, si llora o respira y si tiene buen tono. En la segunda medición se suele obtener mejor puntuación. Para recordar qué mide el Test de Apgar existe una regla mnemotécnica con las iniciales A-P-G-A-R. Esta prueba valora:

  • Apariencia del bebé. Se mira la coloración de piel y mucosas. Recibe un 0 si está pálido o azul, 1 punto si tiene el cuerpo rosado, pero las extremidades siguen azuladas y 2 puntos cuando está rosado completamente.
  • Pulso (frecuencia cardiaca). Obtiene un 0 cuando está ausente, 1 si es menor a 100 ppm y 2 si es mayor a 100 ppm. En función del resultado de este parámetro se determina si el recién nacido necesita reanimación o no.
  • Gestos. Se le da un 0 si no hay respuesta, un 1 cuando realiza alguna mueca o gesto y un 2 si tose o estornuda.
  • Actividad (movimiento). Recibe un 0 si está flácido, un 1 si hay alguna flexión de las extremidades y un 2 si existe un movimiento activo.
  • Respiración (frecuencia respiratoria). Se le da un 0 si no respira, un 1 si lo hace de manera lenta e irregular y un 2 si la respiración es buena o el bebé llora.

El parámetro que más problemas da es la respiración. Según indican en el artículo Reanimación del recién nacido, un 10 % de todos los recién nacidos a término o próximos al término necesitan maniobras de estabilización para iniciar el llanto o una respiración regular.  

Valoración de la puntuación

Cualquier puntuación por encima de 7 u 8 habla de un buen estado del bebé. Es normal que un recién nacido siga teniendo las manitas y los pies morados al minuto de nacer. La coloración es uno de los parámetros en los que en la primera medición es complicado obtener un 2.  

El bebé que no ha obtenido 8 puntos en las primeras puntuaciones recibe una tercera evaluación a los 10 minutos.

Si en el total el bebé obtiene menos de 3 puntos en total se habla de una depresión neonatal grave y si consigue de 4 a 6 puntos se habla de una depresión neonatal moderada. Cuando la puntuación está por encima de 7 es aceptable

Hay factores que pueden modificar la puntuación de Apgar como los fármacos, traumatismos, anomalías congénitas, infecciones, hipoxemia, bajo peso al nacer o un parto pretérmino.

Si estás embazada y quieres saber más sobre esta prueba puedes acudir al ginecólogo para que te explique cómo se realiza. También el pediatra puede darte detalles sobre la importancia del Test de Apgar. En SaludOnNet contamos con especialistas dispuestos a ayudarte en lo que necesites, sin esperas y a precios muy competitivos.

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