¿Para qué sirve una laringoscopia?

Una laringoscopia es un procedimiento diagnóstico que permite a los médicos examinar en detalle la laringe, parte de la garganta donde se encuentran las cuerdas vocales, y las áreas circundantes. Esta exploración ofrece valiosa información sobre diversas afecciones y trastornos de la laringe y la garganta.

¿Para qué sirve una laringoscopia y cuándo se solicita?

La laringoscopia se realiza, principalmente, para diagnosticar y evaluar los problemas de la garganta y las vías respiratorias, cuando un paciente presenta problemas en la garganta o en la voz y otras pruebas menos invasivas no han ofrecido un diagnóstico concluyente. 

Es una parte integral en el diagnóstico y tratamiento de una variedad de afecciones y es un componente esencial del cuidado otorrinolaringológico, incrementando las posibilidades de encontrar y tratar con éxito cualquier anomalía en sus etapas iniciales.

 El examen se puede solicitar cuando existen síntomas y signos como: 

  • Dolor de garganta persistente.
  • Tos con sangre. 
  • Sensación de tener algo atrapado en la garganta. 
  • Cambios en la voz como ronquera. Muchas veces están provocados por nódulos en la garganta. Las imágenes de estos bultos benignos se pueden conseguir con esta prueba. 
  • Dificultad para tragar
  • Sospecha de una lesión o infección. 
  • Cuando ha aparecido una anomalía en otra prueba, como puede ser una radiografía.
Imágenes de nódulos en la garganta

Además, también puede utilizarse para: 

  • Recoger muestras de tejido para biopsias. 
  • Verificar tumores en la garganta o laringe. 
  • Encontrar la causa de la respiración ruidosa o estirada. 
  • Evaluar la dificultad para hablar o la voz ronca. 
  • Localizar y eliminar un cuerpo extraño en la garganta o vía aérea, especialmente en situaciones de urgencia. 

Tipos de laringoscopias

La elección del tipo de laringoscopia dependerá de los síntomas específicos del paciente, las condiciones médicas previas y lo que el otorrinolaringólogo necesite observar o tratar. Este procedimiento es una herramienta vital en el diagnóstico y manejo de diversas afecciones de la laringe y la garganta, proporcionando información crítica que puede guiar el tratamiento y mejorar los resultados para el paciente.

Existen distintos tipos. Los principales son: indirecta, rígida y de fibra óptica flexible. 

Laringoscopia indirecta

Este es el método más sencillo y menos invasivo. Durante el procedimiento, que no requiere preparación, el médico utiliza un espejo pequeño, que se coloca en la parte posterior de la garganta del paciente. El especialista luego ilumina el espejo para visualizar la laringe y las cuerdas vocales. El paciente debe abrir la boca y protruir la lengua. Es un procedimiento rápido que puede provocar un reflejo de arcada en el paciente. 

Este tipo de laringoscopia se realiza sin anestesia o con anestesia local y es breve, habitualmente dura solo unos minutos. Es útil para evaluaciones rutinarias y para pacientes que no pueden someterse a procedimientos más invasivos.

Laringoscopia directa rígida

Requiere ayuno de varias horas antes del procedimiento. Se lleva a cabo bajo anestesia general en un quirófano, por lo que el paciente estará dormido y no sentirá nada mientras se realiza el examen. 

Durante el procedimiento, el médico utiliza un laringoscopio rígido, un tubo metálico largo y delgado, para obtener una vista directa de las vías respiratorias del paciente. Esta técnica proporciona la mejor visualización de la laringe, permitiendo realizar biopsias y otros procedimientos quirúrgicos si es necesario. Puede causar cierta incomodidad posterior, como dolor de garganta, pero proporciona información valiosa que no puede ser alcanzada a través de otros métodos.

La laringoscopia rígida puede durar entre 30 minutos y una hora, dependiendo de si se realizan procedimientos adicionales.

Laringoscopia de fibra óptica flexible 

En esta prueba también puede ser necesario un anestésico en spray para adormecer la nariz y la garganta. Al paciente se le puede pedir que esté en ayunas si se anticipa la administración de sedación.

Se utiliza un tubo flexible delgado con una cámara en su extremo, que se inserta a través de la nariz y baja hasta la garganta. Este procedimiento se realiza normalmente con el paciente despierto y se puede administrar un anestésico local para minimizar las molestias. 

La laringoscopia flexible permite examinar áreas que serían difíciles de ver con los otros métodos. Además, el paciente puede hablar y cantar durante el procedimiento, lo que proporciona información valiosa sobre el movimiento de las cuerdas vocales en acción. Asimismo, el médico le puede pedir que realice ciertas acciones, como hablar o tragar para evaluar el funcionamiento de la laringe y las cuerdas vocales. Este procedimiento tiene una duración de 5 a 15 minutos.

¿Qué detecta una laringoscopia?

Esta prueba se utiliza para detectar anormalidades en la garganta y la laringe, que pueden incluir una amplia gama de patologías, desde algunas leves que requieren de seguimiento a problemas serios que necesitan una intervención inmediata. Las más comunes serían: 

  • Inflamación y lesiones en las cuerdas vocales. Sirve para determinar si es necesario una operación de nódulos de las cuerdas vocales. 
  • Crecimientos benignos y cánceres en la laringe.
  • Signos de infecciones como laringitis.
  • Causas de dificultades para tragar o sentir un «nudo» en la garganta.
  • Presencia de cuerpos extraños en la laringe o la tráquea.
  • Estrechamiento o bloqueo de las vías respiratorias.

Preparación para la prueba 

Para prepararse adecuadamente para una laringoscopia, es crucial seguir las instrucciones proporcionadas por el médico, ya que los requisitos de preparación pueden variar según el tipo y las necesidades individuales del paciente.

  • Ayuno. Para las laringoscopias que requieren anestesia general, normalmente se pide un ayuno de 6 a 12 horas antes del procedimiento para evitar el riesgo de aspiración (que el contenido del estómago pase a los pulmones).
  • Medicamentos. Es importante informar al médico acerca de cualquier medicación que esté tomando el paciente, incluidos suplementos y medicinas sin receta, ya que pueden ser necesarios ajustes antes del procedimiento. En particular, pueden necesitar ser suspendidos temporalmente medicamentos que afectan la coagulación, como la aspirina. 
  • Anestesia. En función del tipo, se utiliza anestesia local, sedación o anestesia general. El médico discutirá con el paciente cuál es la más adecuada y le informará sobre los riesgos específicos relacionados con la anestesia.
  • Consentimiento informado. Previo al procedimiento, el paciente deberá firmar un consentimiento informado después de que le hayan explicado los detalles del procedimiento, los riesgos involucrados y las alternativas disponibles.

Complicaciones de la laringoscopia y riesgos

Aunque se consideran procedimientos seguros, como cualquier intervención médica, conllevan ciertos riesgos y posibles complicaciones. Las principales son:

  • Reacciones alérgicas a la anestesia. Algunos pacientes pueden experimentar reacciones adversas a la anestesia local o general, que van desde ligeras náuseas hasta respuestas alérgicas graves.
  • Sangrado. Es más probable si se realiza una biopsia o algún otro procedimiento quirúrgico durante la laringoscopia. El sangrado suele ser menor y se controla fácilmente.
  • Infección en el sitio de la biopsia. Existe un pequeño riesgo de infección después de una biopsia o cualquier intervención que implique cortes o heridas.
  • Lesiones menores en los dientes o tejidos mediante el procedimiento directo rígido. La manipulación de los instrumentos puede causar lesiones en los dientes, los labios, la lengua o la garganta. En el caso del procedimiento directo rígido, hay un riesgo (aunque bajo) de dañar estructuras de la garganta.
  • Laringoespasmo. Es una contracción repentina de las cuerdas vocales que dificulta la respiración; es una reacción posible pero rara.

La mayoría de los pacientes experimentan únicamente molestias menores después del procedimiento, como dolor de garganta o nariz, que se resuelven en poco tiempo. Sin embargo, cualquier síntoma preocupante posterior al procedimiento debe consultarse con el médico.

Recuperación tras el procedimiento

Después de una laringoscopia, el paciente puede experimentar dolor de garganta, ronquera temporal y molestias al tragar. Estos síntomas generalmente son leves y mejoran al poco tiempo. Se deben seguir las instrucciones del médico respecto a la recuperación, que pueden incluir el reposo de la voz, la hidratación y el uso de medicamentos para el dolor según sea necesario.

Laringoscopia pediátrica

El abordaje de las laringoscopias en niños requiere consideraciones especiales debido a su anatomía única, nivel de ansiedad y necesidades específicas. Aunque los fundamentos del examen siguen siendo consistentes con los de los adultos, se aplican técnicas y procedimientos adaptados para garantizar la seguridad y eficacia al tratar con pacientes pediátricos.

Las laringoscopias pediátricas son a menudo solicitadas por razones similares a las de los adultos, incluyendo: 

  • Diagnóstico de problemas de respiración.
  • Evaluación de ronquidos y apnea del sueño. 
  • Dificultades para tragar.
  • Sospecha de cuerpos extraños en la garganta.
  • Evaluación de trastornos de la voz o ronquera. 

Además, pueden ser fundamentales para el diagnóstico de estenosis subglótica, laringomalacia, parálisis de cuerdas vocales, y otras condiciones congénitas o desarrolladas.

Preparación, realización y riesgos

La preparación para una laringoscopia pediátrica puede incluir explicaciones adaptadas a la edad para preparar al niño, dependiendo de su nivel de comprensión. La sedación o anestesia general se usa para asegurar que el niño permanezca inmóvil y no sienta que la laringoscopia duele. Esto es particularmente importante ya que la cooperación de un niño pequeño o un bebé no se puede garantizar de la misma manera que con un adulto o un adolescente.

El procedimiento en sí se realiza típicamente con técnicas flexibles o rígidas, dependiendo de la necesidad de evaluación o tratamiento. Las técnicas flexibles son preferidas para una evaluación menos invasiva, mientras que las técnicas rígidas pueden ser necesarias para intervenciones directas, tales como la extracción de cuerpos extraños o biopsias.

Los riesgos y complicaciones asociadas a la laringoscopia en población pediátrica son similares a los de los adultos, pero pueden tener implicaciones diferentes debido a la menor dimensión de las vías aéreas en niños. La preparación meticulosa y el monitoreo durante y después del procedimiento son esenciales para minimizar los riesgos de laringoespasmo, reacciones adversas a la anestesia, o lesiones a las estructuras de la garganta.

Tras la prueba, la recuperación varía según la edad del niño, el tipo específico realizado, y la reacción individual al procedimiento. Los padres reciben instrucciones claras sobre cómo manejar la posible incomodidad posterior al procedimiento, incluyendo dolor de garganta o dificultades al comer.

Si crees que necesitas realizarte esta prueba, lo recomendable es que acudas primero al otorrinolaringólogo para que valore la necesidad de hacerla. En SaludOnNet contamos con especialistas dispuestos a ayudarte en lo que necesites, sin esperas y a unos precios muy asequibles. 

Anosmia: pérdida de olfato

¿Qué es la anosmia? La definición correcta es la pérdida del sentido del olfato. Puede ser una condición pasajera o permanente que afecta significativamente la calidad de vida de quien la padece. Este trastorno juega un papel crítico en la interacción con el entorno, afectando desde la percepción de sabores hasta la detección de peligros como incendios o fugas de gas. 

Pérdida de olfato y gusto

La anosmia puede ir de la mano con la ageusia, que es la pérdida del sentido del gusto. Esto se debe a que ambos sentidos están profundamente interconectados; la mayoría de lo que percibimos como sabor en realidad proviene de los olores. Por tanto, no es sorprendente que quienes sufren tengan esta enfermedad del olfato a menudo tengan también una disminución significativa en su capacidad para saborear alimentos y bebidas.

El proceso de degustación de alimentos no depende exclusivamente de las papilas gustativas ubicadas en la lengua, sino que también involucra la intervención de los receptores olfativos situados en la nariz. Cuando comemos, los aromas viajan a través de la faringe hasta la parte superior de la nariz, donde los receptores olfativos interpretan los distintos olores. Esta información combinada de olores y sabores se traduce en lo que comúnmente denominamos gusto de la comida. 

Por lo tanto, una disfunción en el sentido del olfato puede conducir a una percepción distorsionada; de hecho, puede ser una de las causas de la pérdida del gusto. Esta interdependencia explica por qué muchas personas con anosmia hablan no solo de incapacidad para oler, sino también de dificultades significativas para distinguir sabores más allá de las sensaciones básicas (dulce, ácido, amargo y salado) captadas directamente por la lengua.

Tipos de anosmia

Existen varios tipos, entre ellos:

  • Anosmia congénita. Es la anosmia de nacimiento, que puede deberse a una malformación genética que afecta el desarrollo de los receptores olfativos o de las estructuras cerebrales encargadas de procesar los olores. A menudo, las personas con esta patología desconocen por completo la dimensión de lo que se están perdiendo, ya que nunca han experimentado el sentido del olfato.
  • Adquirida. Ocurre en personas que originalmente tenían un sentido del olfato funcional, pero lo perdieron debido a diversas causas. Dentro de este grupo, existen varias subcategorías:
    • Infecciosa. Causada por virus o bacterias que inflaman los tejidos nasales, como en el caso de resfriados o sinusitis. También se puede dar pérdida del olfato por COVID-19. Estos agentes pueden dañar temporal o permanentemente las células receptoras del olfato.
    • Traumática. Resultado de golpes o lesiones en la cabeza que afectan la zona del cerebro responsable del olfato o los nervios que conectan el cerebro con la nariz.
    • Por obstrucción. Ocurre cuando hay una obstrucción física en las vías nasales, como pólipos nasales, deformidades del tabique o congestión severa, que impide que las moléculas olorosas alcancen los receptores olfativos.
    • Tóxica. La exposición a ciertas sustancias químicas o toxinas ambientales puede dañar el sistema olfativo. 
    • Neurodegenerativa. Enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson o la esclerosis múltiple pueden afectar las áreas del cerebro encargadas de procesar información olfativa, conduciendo a la pérdida del olfato.
  • Hiposmia. Es una forma más leve de disfunción olfativa, se caracteriza por una reducción en la capacidad de oler. Las personas con hiposmia pueden detectar olores, pero solo cuando son fuertes o están mucho más cerca de lo normal. Aunque puede ser menos drástica que la completa, afecta significativamente la calidad de vida, alterando la percepción de sabores y la capacidad de detectar olores que indican peligro.
  • Anosmia funcional. Este tipo se refiere a una situación en la cual no se encuentra ninguna causa estructural o neurodegenerativa para la pérdida del olfato. A veces, puede ser el resultado de una condición psicológica o emocional, donde el cerebro «bloquea» la capacidad de oler a pesar de que el sistema olfativo funcione correctamente.

Causas de la anosmia

La pérdida del olfato puede estar provocada por una variedad de condiciones y circunstancias. Esta complejidad se debe a que el sentido del olfato involucra diversas estructuras y procesos, desde la captación de olores hasta su interpretación en el cerebro. Las causas de la pérdida de olfato se pueden agrupar en varias categorías principales, que incluyen razones congénitas, infecciosas, traumáticas, obstructivas, tóxicas, neurodegenerativas y otras menos comunes, pero igualmente importantes.

  • Infecciones respiratorias. Las infecciones respiratorias superiores, como el resfriado común, la gripe y la sinusitis, son causas habituales de anosmia temporal. De hecho, es frecuente escuchar que alguien tiene falta de olfato y gusto por un resfriado. Esto se debe principalmente a la inflamación y la congestión nasal que impiden que las moléculas de olor alcancen los receptores olfativos en la nariz. La COVID-19, provocada por el virus SARS-CoV-2, ha sido una causa destacada, a veces como uno de los primeros o únicos síntomas.
  • Traumatismos craneales. Los impactos o lesiones en la cabeza pueden dañar las áreas del cerebro responsables del olfato o cortar los nervios olfativos que envían señales desde la nariz al cerebro. Incluso golpes leves en la región adecuada pueden resultar en una pérdida temporal o permanente del olfato.
  • Obstrucciones nasales. El bloqueo físico de las vías nasales, debido a pólipos nasales, tumores, deformidades del tabique nasal o severas congestiones nasales, puede prevenir que el aire rico en moléculas olorosas llegue a los receptores olfativos. La solución a estos casos puede ser médica o quirúrgica, dependiendo de la causa subyacente.
  • Exposición a toxinas y sustancias químicas. La exposición prolongada a ciertas sustancias químicas, como solventes, gases tóxicos y ciertos metales pesados, puede deteriorar el sistema olfativo. Los trabajadores en industrias con exposición regular a dichas sustancias están en riesgo aumentado.
  • Enfermedades neurodegenerativas. Patologías como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y la esclerosis múltiple pueden afectar las áreas del cerebro que procesan la información olfativa, llevando a una disminución del sentido del olfato. Este deterioro suele ser gradual y progresivo.
  • Factores congénitos. Algunas personas nacen sin olfato debido a factores genéticos que impiden el desarrollo adecuado de los órganos olfativos o de las vías neuronales relacionadas con el olfato.
  • Medicamentos y tratamientos médicos. Varios medicamentos, incluyendo ciertos tipos de antibióticos o antihipertensivos, pueden tener como efecto secundario la pérdida del olfato. La radioterapia aplicada en la región de la cabeza y el cuello también puede afectar temporal o permanentemente el olfato.
  • Factores hormonales y envejecimiento. Cambios hormonales, particularmente durante el embarazo o la menopausia, pueden afectar temporalmente el olfato. Además, el envejecimiento lleva a una reducción natural y gradual de las capacidades sensoriales, incluido el olfato.
  • Condiciones psicológicas. En casos raros, trastornos psicológicos o neurológicos pueden manifestarse con una pérdida del sentido del olfato. Esto puede deberse a un problema con la percepción y no necesariamente con la detección de los olores.
mujer con anosmia en una prueba de olores

Diagnóstico de anosmia

El diagnóstico implica una serie de pasos y pruebas diseñadas para identificar la causa subyacente de la pérdida del sentido del olfato. Este proceso comienza generalmente con una historia clínica detallada y un examen físico, pero puede incluir también una variedad de evaluaciones específicas. 

  • Historia clínica. El especialista, generalmente el otorrinolaringólogo, pregunta sobre la duración de la pérdida del olfato, si fue gradual o repentina, y si se asocia con otros síntomas como congestión nasal, dolor de cabeza o cambios en el peso. También es importante recoger información sobre posibles factores de riesgo, como lesiones recientes en la cabeza, exposición a sustancias tóxicas, cirugías nasales previas, y enfermedades crónicas.
  • Examen físico. El médico inspecciona la cavidad nasal con un otoscopio para detectar anomalías estructurales, bloqueos, inflamación, secreciones anormales o presencia de pólipos nasales.
  • Pruebas de olfato. Pueden incluir la utilización de olores reconocibles para evaluar la capacidad del paciente para detectar y distinguir entre diferentes aromas. Una prueba común es el uso de tiras impregnadas con olores específicos que se presentan una a una al paciente. 
  • Pruebas de imagen. Se pueden recomendar para examinar las estructuras internas. La resonancia magnética (RM) y la tomografía computarizada (TC) son particularmente útiles para detectar anomalías estructurales, obstrucciones o lesiones cerebrales que podrían estar contribuyendo a la falta del olfato.
  • Análisis de sangre. Pueden ayudar a identificar trastornos subyacentes que afectan el olfato, incluyendo deficiencias nutricionales, infecciones sistémicas, y trastornos endocrinos como la diabetes.
  • Pruebas alérgicas. Si se sospecha que la anosmia está relacionada con alergias, pruebas cutáneas o exámenes de sangre específicos pueden identificar a qué alérgenos reacciona el paciente. Esto puede ser particularmente relevante si la pérdida del olfato se acompaña de síntomas de rinitis alérgica.
  • Biopsia nasal. En casos raros y cuando se sospecha de condiciones más serias como tumores nasales, puede ser necesaria una biopsia para tomar muestras de tejido de la nariz para examinarlas bajo microscopio.

Tratamiento de la anosmia

¿El olfato se puede recuperar? Sí, en muchos casos, especialmente si la anosmia es temporal. La rehabilitación olfativa, que implica entrenar nuevamente el sentido del olfato usando olores específicos de manera regular, ha mostrado ser efectiva en algunos pacientes.

Así el tratamiento de la anosmia generalmente implica abordar la causa subyacente. Por ejemplo, si está causada por la inflamación sinusal, los médicos pueden recetar corticosteroides para reducir la inflamación. Si se debe a enfermedades crónicas como la rinitis alérgica, la terapia implica controlar las enfermedades. Si la causa es un crecimiento o tumor , la cirugía puede ser una opción de tratamiento posible. En algunos casos, como cuando hay infecciones virales, puede no requerir tratamiento ya que la recuperación del olfato y gusto sucede de manera espontánea. 

Para las formas de anosmia sin tratamiento médico conocido, como la congénita o la traumática permanente, se han explorado opciones de rehabilitación olfativa y terapias naturales como la aromaterapia.

Avances en el tratamiento 

Se ha demostrado que la terapia de entrenamiento olfatorio puede ser efectiva en algunos casos, especialmente en las personas que han perdido el olfato debido a infecciones respiratorias superiores o después de la infección por COVID-19.

Este entrenamiento implica la exposición regular y repetida a varios olores estándar, que pueden incluir rosa, eucalipto, limón y clavo. Este enfoque se basa en la idea de que la exposición repetida puede estimular y fortalecer el sistema olfatorio, de manera similar a cómo el ejercicio puede fortalecer los músculos.

Además, los avances tecnológicos están ampliando las opciones de tratamiento potencial. La terapia génica fue objeto de un estudio de prueba en ratones, donde se demostró que era posible restaurar la capacidad para detectar ciertos olores. Este estudio se publicó en la revista Nature Medicine.

Consecuencias de la anosmia

La anosmia puede tener consecuencias significativas en la calidad de vida de la persona, afectando sus actividades diarias, su salud y su bienestar en general. 

Una de las consecuencias más evidentes es la disminución de la capacidad para saborear alimentos y bebidas. El olfato y el gusto están íntimamente vinculados, lo que puede llevar a la pérdida de interés en la comida, insuficiencia en la ingesta nutricional y, en algunos casos, pérdida de peso significativa. 

Más que una simple pérdida de la capacidad para identificar olores también puede aumentar el riesgo de accidentes domésticos y de seguridad. Las personas con anosmia no pueden detectar olores de alimentos en mal estado, fugas de gas o humo de fuego, todos los cuales pueden representar riesgos significativos para su propia seguridad.

En términos de la salud mental, también ha sido vinculada a una serie de trastornos. Según una investigación publicada en la revista Chemical Senses, los pacientes con anosmia experimentan tasas más altas de ansiedad y depresión en comparación con la población general. Esto se cree que se debe, al menos en parte, a la sensación de aislamiento que puede provocar la pérdida del sentido del olfato.

La comprensión y el tratamiento siguen evolucionando. Afortunadamente, la creciente investigación en el ámbito de la olfatología promete nuevas esperanzas y soluciones para aquellos afectados por esta condición a menudo desafiante pero cada vez más reconocida. Si tienes problemas de anosmia te recomendamos que acudas al otorrino. En SaludOnNet contamos con especialistas dispuestos a ayudarte en lo que necesites, y a precios muy asequibles.

Oídos taponados: por qué ocurre y cómo remediarlo

Todo el mundo, en algún momento, ha sentido que tiene los oídos taponados de repente. Esta molestia puede estar causada tanto por factores biológicos como externos. Se traduce en una sensación desagradable e irritante de opresión o presión en los oídos, especialmente cuando la persona está tratando de escuchar sonidos. Algunas personas describen la sensación como la incomodidad de tener un algodón en el interior de los oídos.

¿Qué son los oídos taponados? Un oído taponado se caracteriza por la presencia de presión, sensación de opresión y de comezón en el oído. También pueden existir pequeñas pérdidas de audición, a veces anormalmente altos niveles de dolor y otras sensaciones molestas.

Causas de los oídos taponados

Existen muchas causas posibles para la taponadura de los oídos. Las más frecuentes son los desequilibrios de presión, infección y la acumulación de exceso de cera.  Exponemos algunas de ellas:

  • Infecciones del oído. Estarían infecciones del oído medio, del tímpano y otitis externa. Están causadas, generalmente, por bacterias, pero también por hongos. Cuando se sospecha de una infección del oído, los profesionales de la salud pueden recomendar un tratamiento antibiótico para ayudar a aliviar los síntomas.
  • Alergias y congestión. Generalmente ocurre debido a la inflamación en la nariz y los senos, que impiden la correcta circulación del aire y el sonido a través del oído.
  • Cambios en la presión del aire. Esto sucede al pasar de una altura más baja a una más alta; por ejemplo, cuando se sube en un avión o se va a un puerto de montaña. Por lo general, se alivia cuando la presión del aire se ajusta.
  • Exposición a ruidos fuertes. Suele ser temporal y se alivia después de que se haya dejado de escuchar el ruido.
  • Lesiones. Las lesiones en el área de los oídos, como un golpe en el oído, también pueden causar oídos taponados. Si esto ocurre, es importante ponerse en contacto con un médico de inmediato.
  • Trastornos autoinmunes. Algunas patologías autoinmunes como el lupus, la artritis reumatoide y el síndrome de Sjögren, pueden causar taponadura en los oídos. Se produce porque estos trastornos afectan al sistema inmunológico y a los receptores en los oídos.
  • Obstrucción mecánica. Se producen el canal auditivo por culpa de la existencia de cera o líquidos. Produce una sensación de presión en los oídos y una disminución del nivel de audición.
  • Medicamentos. Algunos fármacos, como los antibióticos de amplio espectro, pueden tener como efecto secundario oídos taponados. Si esto ocurre, es importante hablar con el médico para determinar si es seguro seguir tomándolos.
  •  Enfermedades del corazón. Pueden producirlo algunas como la hipertensión arterial. Se debe a que una mayor presión sanguínea hace que el oído se bloquee temporalmente. Los síntomas desaparecen cuando la presión arterial vuelva a la normalidad.

Tratamiento de los oídos taponados

El tratamiento para los oídos taponados depende de la causa. Algunos tratamientos comunes son:

  • Antibióticos. Si la causa es una infección, se recomienda un tratamiento antibiótico para combatir la bacteria.
  • Antihistamínicos. Cuando se debe a alergias, los antihistamínicos pueden ser útiles para aliviar la congestión nasal y los síntomas asociados.
  • Descongestionantes. Pueden ayudar a aliviar la congestión en la nariz, causa común de taponadura en los oídos.
  • Corticosteroides. Para aliviar la inflamación y la congestión.
  • Gotas para los oídos. Contienen una variedad de ingredientes para limpiar los oídos y reducir la taponadura.

Si bien algunas soluciones caseras son recomendables para tratar el oído taponado, es aconsejable acudir siempre al otorrinolaringólogo en caso de tener molestias constantes, para descartar cualquier posible complicación.

Prevención de los oídos taponados

La mejor manera de tratar los oídos taponados es evitar que ocurra. Algunos pasos para su prevención pueden incluir:

  • Tener cuidado con los ruidos fuertes. Es importante tener en cuenta el nivel de ruido al que se está expuesto. En caso de que ocurra en períodos prolongados, es importante usar protección auditiva.
  • Evitar la exposición a elevadas alturas. Si es posible, es mejor evitar pasar demasiado tiempo a altitudes elevadas.
  • No tomar medicación sin receta. Esto ayudará a reducir su riesgo de efectos secundarios.
  • Tener precaución para evitar lesiones. Incluye protegerse los oídos al nadar, usar los equipos de protección adecuados cuando se realicen actividades físicas, así como deportes extremos como el esquí o el snowboard.
  • Limpieza del oído. Es importante usar la técnica adecuada para limpiar los oídos para evitar que la cera o los fluidos bloqueen el canal auditivo. Esto también ayudará a reducir el riesgo de infecciones del oído.

Aunque los oídos taponados son a menudo una experiencia temporal y desagradable, hay varios factores que contribuyen a que se produzca. Afortunadamente, existen tratamientos para ayudar a aliviar la taponadura y medidas de prevención para reducir el riesgo.

Si padece de oídos taponados de manera habitual es bueno que visite a un otorrinolaringólogo. En SaludOnNet contamos con especialistas dispuestos a ayudarte, para que puedas tener un diagnóstico correcto y un tratamiento adecuado. Puedes comprar una consulta con un otorrino desde 25€, sin esperas y con la mejor atención.

¿Qué es la faringoamigdalitis aguda y cuál es su tratamiento?

¿Te duele mucho la garganta al tragar y la tienes roja? Si llevas unos cuantos días así es probable que tengas faringoadmidalitis aguda (FAA), una infección producida en la parte alta de faringe y las amígdalas. Está causada por virus o bacterias, afecta a ambos sexos y es mucho más frecuente que se dé durante en la infancia. De hecho, es una de las consultas más habituales en el servicio de pediatría.

Tipos de faringoamigdalitis

La faringoamigdalitis (FA) consiste en un proceso infeccioso, con inflamación de las mucosas del área faringoamigdalar, que se presenta con eritema, edema, úlceras o vesículas en la zona de la garganta. Es la causa de más del 10% de las consultas de atención primaria, tal y como indican en el artículo Recomendaciones para el manejo de la faringoamigdalitis aguda del adulto e implica el 50% de las razones de prescripción de antibióticos en pacientes ambulatorios.

Esta afección puede estar causada por un virus o una bacteria. En ambos casos el paciente tiene malestar general, odinofagia o dolor de garganta al tragar alimento y disfonía o pérdida de voz.

  • Virus: principalmente está causada por adenovirus y por el virus de Epstein Barr, entre otros. Representan el 60% de los casos de las FA y muchas veces están relacionados con cuadros catarrales. Los principales síntomas son:
    • Ausencia de fiebre o febrícula.
    • Adenopatías generalizadas.
    • Tos y afonía.
    • No hay presencia de exudado amigdalino purulento.
    • Periodo de latencia extenso.
  • Bacterias: El Streptococcus pyogenes causa el 30% de los casos. Los síntomas son:
    • Adenopatías cervicales anteriores aumentadas de tamaño.
    • Ausencia de tos.
    • Presencia de exudado amigdalino purulento.
    • Periodo de latencia corto.

A pesar de los síntomas diferenciados, muchas veces pueden superponerse y se sabe que hasta un 65% de los pacientes con FAA viral tiene exudado faríngeo y casi un 30% de las bacterianas no lo tienen.

Prevención de la FA

La faringoadmigdalitis (FA) tiene una incidencia mayor en las estaciones de invierno y primavera; es más frecuente en época de lluvias y bajas temperaturas. Afecta sobre todo en la franja de edad que va desde los 3 años hasta los 24., ya que la transmisión está favorecida por el hacimiento y el contacto en los colegios. La escarlatina se presenta como un cuadro de FA aguda asociada a una erupción cutánea característica, debida a una cepa de streptococcus pyogenes productora de exotoxina pirogénica.

La faringoamigdalitis tiene un periodo de incubación de 12 horas a 4 días. Se transmite por vía respiratoria a través de las gotas de saliva, alimentos contaminados y el agua. Por este motivo es importante tomar medidas de prevención. Las más importantes son:

  • Usar mascarilla cuando se tenga la infección, para que el contagio no se expanda, o cuando se vaya a estar con alguien que tenga FA.
  • Evitar la exposición a cambios bruscos de temperatura.
  • Tener mucho cuidado cuando la persona está inmunodeprimida.
  • Precaución en ambientes con el aire acondicionado fuerte o la calefacción a altas temperaturas.
  • Cuidar la voz si es la principal herramienta en su actividad laboral.

Tratamiento de la faringoamigdalitis

El tratamiento varía en función de la causa que provoca la FA. El médico debe averiguar si la infección está causada por el streptococcus pyogenes, porque en ese caso es necesario tratarlo con antibiótico. Para ello se realizan diferentes pruebas como Test rápidos de detección antigénica, cultivo de muestra de amígdala y faringe posterior o los criterios de Centor, que describen los signos y síntomas frecuentes y determinan los pasos a seguir para su diagnóstico y tratamiento.

  • Faringoamigdalitis viral. El tratamiento está dirigido a acortar los síntomas y reducir el tiempo de contagio. Por lo general se trata con paracetamol o naproxeno de 3 a 5 días, que es el periodo de duración. Lo normal es usar analgésicos, antipiréticos y, en algunas ocasiones, corticoides.
  • Faringoamigdalitis bacteriana. En los casos de streptococcus pyogenes se suele tratar con antibiótico como la amoxicilina, para prevenir las fiebres reumáticas.

Si te duele la garganta y la tienes inflamada puedes acudir al médico para que te realice un diagnóstico y ponga tratamiento. En SaludOnNet contamos con especialistas dispuestos a ayudarte a tener una salud de hierro.

¿En qué consiste la parálisis facial y qué tipos hay?

La parálisis facial es una patología que afecta en España a 23 de cada 100.000 personas. Consiste en la pérdida total o parcial de movimiento voluntario de los músculos de una parte de la cara y produce alteraciones estéticas, funcionales y psicosociales. Es una disfunción que puede estar provocada por fuertes traumatismos o caídas, cambios bruscos de temperatura o infecciones causadas por bacterias o virus. Aparece sobre todo en personas de entre 10 y 40 años, principalmente en aquellas que están inmunodeprimidos o son diabéticas. También puede darse en mujeres embarazadas.

Tipos de parálisis facial

La parálisis o paresia facial es una patología que generalmente se recupera por sí sola, en un plazo de unas tres semanas. Obviamente, cuanto menor es la disfunción menor será el tiempo de recuperación.

La parálisis facial es diferente en función de la zona en la que se produce la paresia. Así, puede ser:

  • Central. En estos casos la persona arruga la frente por la doble inervación de la musculatura frontal. Algunos signos a tener en cuenta pueden ser un descenso de la comisura labial, una desviación de la boca hacia el lado sano y la no elevación de la comisura de los labios al querer mostrar los dientes. Esta patología puede estar relacionada con algún problema neurológico, por lo que es recomendable que el especialista lo valore para descartar patologías graves como la esclerosis múltiple, determinados tumores o la esclerosis lateral amiotrófica, entre otros.
  • Periférica. Es más común y se trata de un trastorno del nervio facial o séptimo par craneano que controla el movimiento de los músculos de la cara, al comprimirse afecta el movimiento de los ojos y las áreas del maxilar y la mandíbula. En este caso el paciente no arruga la frente y se produce un aumento de la hendidura palpebral. Asimismo, hay un disminución o ausencia de parpadeo del ojo afectado y la persona no es capaz de cerrar ese ojo. Existen muchas causas por las que se produce este tipo de parálisis. Algunas son traumáticas, tumorales, secundarias a patologías del oído o la parótida e infecciosas. La más frecuente de todas es la conocida como parálisis de Bell.

Principales signos de alarma

La parálisis facial suele producirse de forma brusca y es fácilmente reconocible, por los signos y síntomas que aparecen en la musculatura facial de la persona. Algunos son:

  • Problemas para mover la cara y asimetría.
  • Molestias en la zona del cráneo o del cuello, con dificultad para moverlo.
  • Imposibilidad de cerrar el globo ocular, desaparición del surco nasogeniano del lado afecto y desviación de la comisura bucal hacia el lado sano.
  • Signo de Bell o movimiento del ojo hacia arriba y afuera del globo ocular, cuando la persona intenta cerrar el ojo.  
  • Disminución del lagrimeo ocular, hiperacusia y/o pérdida del gusto en los dos tercios anteriores de la lengua.
  • Diferentes molestias como dolor en región mastoidea, acufenos, parestesias, molestias oculares o sabor metálico, entre otros.

Diagnóstico de la parálisis

El médico, solo con la exploración física y la historia clínica, es capaz de tener un diagnóstico adecuado sobre esta patología. Es frecuente realizar un examen neurológico completo en el que se evalúen el resto de pares craneales, la fuerza del paciente y sus funciones superiores. Asimismo, se debe distinguir el tipo de parálisis. En la exploración otológica deben examinarse, con un otoscopio, los conductos auditivos externos y las membranas timpánicas.

El cuadro más frecuente es la parálisis de Bell y no requiere pruebas complementarias. No ocurre lo mismo cuando la mejoría es muy lenta o la parálisis es completa. En estos casos se recomienda realizar algunas pruebas como el electromiograma, el TAC o la RM, así como una analítica de sangre y, en casos extremos y prolongados en el tiempo, una biopsia de la glándula parótida.

Tratamientos recomendados

La evolución de la parálisis facial suele ser favorable en la mayoría de los casos. No obstante, es importante su diagnóstico precoz para minimizar posibles secuelas y ayudar al 30% de los pacientes que no tiene buena evolución. En cuanto al tratamiento, los especialistas aconsejan:

  • Protección ocular con gafas de sol y pomada durante el sueño. Estas medidas se toman para proteger el ojo de la sequedad y de la entrada de cuerpos extraños. Asimismo, se recomiendan las lágrimas artificiales en el ojo afectado.
  • Masajes faciales, pero no estimulación eléctrica.
  • Terapia con corticoides, que debe de comenzar en las primeras 72 horas tras el inicio de los síntomas.
  • Antivirales, en casos de parálisis completas, de manera conjunta con los corticoides.
  • Rehabilitación a través de ejercicios realizados delante de un espejo.

Si tienes una parálisis facial debes acudir al médico de inmediato, para que te ponga un tratamiento adecuado lo antes posible. En SaludOnNet contamos con especialistas dispuestos a ayudarte en lo que necesites.

¿Qué son los acúfenos y cómo se tratan?

Hay personas que oyen sonidos constantemente sin que haya ninguna fuente sonora externa que los esté produciendo. Son los acúfenos, sonidos en forma de zumbido, timbre o silbido que hacen que quien los padece se desoriente y tenga ansiedad ante algo que no puede controlar. Pueden ser percibidos por un oído o por los dos y están generados por una actividad neural sonora anómala.  

Los acúfenos aparecen con más frecuencia en personas de edad avanzada, ya que están relacionados con la hipoacusia y con una exposición mayor a los ruidos externos. El estudio de esta patología ha pasado por diversas fases; en un principio se pensaba que era una manifestación de la cóclea, situada en el oído interno.  Más tarde se ha visto que es un fenómeno del sistema nervioso central.  

¿Qué significa tener acúfenos?

El acúfeno es una señal débil, de baja intensidad, de malestar, tal y como indican Miguel A. López González y Francisco Esteban Ortega en su ponencia Acúfeno como señal de malestar. Puede aparecer por sí solo o ser un síntoma de una enfermedad grave aún sin diagnosticar, por lo que es importante su estudio. Además, muchas personas que presentan acúfenos también tienen hipoacusia, por lo que se hace necesario un estudio de la audición del paciente para saber en qué grado se encuentra la pérdida.

El acúfeno puede aparecer en diferentes circunstancias. Las más frecuentes suelen ser problemas:

  • Otorrinolaringológicos:  otitis media, procesos catarrales, exposición a un traumatismo acústico agudo o crónico, sordera súbita u otras enfermedades del oído interno.
  • Cardiovasculares: Elevación importante de la tensión arterial, arritmias o malformaciones vasculares.
  • Reumatológicos: Aparición de alguna patología en la columna cervical.
  • Psiquiátricos o psicológicos: estrés, ansiedad o depresión.
  • Efecto secundario tras la toma de alguna medicación.  

Algunos casos graves incapacitan a las personas en su vida diaria. Es frecuente que cuando no se habitúan al ruido constante aparezcan trastornos como la ansiedad o la depresión, sobre todo si se prolongan en el tiempo.

Diagnóstico y Tratamiento

El diagnóstico de los acúfenos se realiza en consulta, a través de la historia clínica en la que se incluye la exploración física y la realización de pruebas como la audiometría. El otorrinolaringólogo puede valorar hacer otros exámenes diagnósticos como los potenciales evocados o la resonancia magnética, cuando quiere descartar patologías del sistema nervioso central. El especialista evalúa el timbre y la intensidad de los acúfenos y valora su grado de incapacitación.

En cuanto al tratamiento hay que seguir un esquema de refuerzo positivo. Según se indica en el artículo Acúfenos, guía clínica en atención primaria, es importante que el médico reduzca el estado de ansiedad del paciente, para intentar que el propio sistema nervioso central anule el ruido y la persona lo deje de notar o lo haga con menos intensidad.  Para ello se utilizan terapias de sonido, con las que se consigue la mejoría del 80% de los pacientes, en las que se trabaja en los ruidos ambientales y en técnicas de distracción, evitando el silencio.

Se ha comprobado que cuando la persona no presta atención a los acúfenos el organismo puede llegar a bloquearlos, al disminuir algunas causas que pueden amplificar el problema, como la ansiedad y la depresión. En este sentido no son recomendables los mensajes negativos en los que se trasmite que esta patología no tiene cura o que el paciente tiene que aprender a vivir con ello, porque no tiene solución, ya que generan más estrés en el paciente.

El tratamiento farmacológico incluye medicación vasodilatadora, corticoides, antihistamínicos y antidepresivos, a elección del médico.

Si notas que tienes acúfenos debes acudir al médico para que realice un diagnóstico y te oriente. En SaludOnNet contamos con especialistas dispuestos a ayudarte en lo que necesites.  

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