Qué es una intervención quirúrgica u operación

Una intervención quirúrgica es una operación que se realiza con fines diagnósticos, de tratamiento o de rehabilitación de lesiones que han sido causadas por enfermedades o accidentes. Aunque en muchas ocasiones se le denomina también cirugía, es más apropiado hablar de intervención u operación, puesto que el término cirugía hace referencia a una disciplina médica concreta que se encarga de curar a los pacientes mediante operaciones.

Cuáles son las intervenciones quirúrgicas más comunes

Son muchas son las patologías por las que una persona puede entrar en un quirófano, pero hay algunas que son más habituales que el resto. Las cirugías que con más frecuencia realizan los médicos son:

  • Operación de cataratas. Se engloba en el ámbito de la oftalmología. Esta operación consiste en extracción del cristalino que se ha vuelto opaco y su sustitución por uno artificial o por una lente intraocular. En la actualidad más del 70% de las personas mayores de 70 años sufre cataratas, lo que les ocasiones la pérdida total o parcial de la visión.
  • Colecistectomía. Forma parte de la cirugía general. Es una operación que consiste en la extracción de la vesícula biliar enferma, para evitar los dolores o cólicos que produce y mejorar la tolerancia a los alimentos. Asimismo también se realiza cuando la vesícula tiene alguna infección o cáncer.
  • Operación de Apendicitis o Apendicectomía. También de Cirugía general.Consiste en la extracción quirúrgica del apéndice, cuando este pequeño tubo que se desprende está inflamado a consecuencia de una infección.
  • Endoarteriectomía de la carótida. Se trata de una cirugía cardiovascular que busca eliminar la obstrucción de las arterias carótidas, situadas en el cuello y encargadas de trasladar sangre al cerebro. Esta patología es importante tratarla para evitar la aparición de un accidente cerebrovascular.
  • Cesárea. Se engloba en el ámbito de la obstetricia. Es un parto quirúrgico que se realiza mediante una incisión realizada en la zona baja del abdomen. Se lleva a cabo cuando los médicos consideran que el más seguro para el bebé, la madre o ambos que el parto sea así, en vez de por el canal natural.  

Asimismo también hay que hacer referencia a otras intervenciones habituales como la biopsia de mama, el legrado uterino , la operación de hemorroides, la histerectomía o extracción del útero, la intervención de hernia inguinal, la mastectomía o la prostactectomía o extirpación de la glándula prostática.

Cómo afrontar una intervención quirúrgica

Ante una operación las personas reaccionan de diversa manera. Hay quienes lo asumen con tranquilidad, siendo conscientes que forma parte de un proceso natural. Es normal sentir múltiples emociones, al prepararse para ponerse en manos de los cirujanos.

Pero hay veces que las emociones negativas afectan a la intervención quirúrgica. Diversos estudios indican que enfrentarse a una operación con un cuadro de ansiedad o estrés es malo para el proceso de recuperación. El estrés quirúrgico puede llevar a desarrollar tensión muscular, sudor en las manos y molestias estomacales e intestinales. En ocasiones también aparecen taquicardias.

En este sentido, es mejor prevenir y practicar ejercicios de meditación como el Mindfullness, muy eficaces en momentos de ansiedad, estrés o dolor.

Permisos laborales por intervención quirúrgica

Para conocer cuántos días de permiso corresponden por una intervención quirúrgica de un familiar hay que acudir al Estatuto de los Trabajadores. Según se indica son 2 días por accidente o enfermedad grave, hospitalización o intervención quirúrgica sin hospitalización que requiera reposo domiciliario, hasta el segundo grado de consanguineidad o afinidad. En los casos en los que se requiere desplazamiento a otra provincia el plazo se amplía a 4 días.

        En este sentido es importante conocer que no es obligatorio que el permiso comience el enfermo siga ingresado. También que se cuentan los días naturales (incluyen fines de semana y festivos) y seguidos, no pudiendo partir el permiso. En cualquier caso la duración de estos permisos se puede ver mejorada por el convenio colectivo de cada trabajador. Los familiares de primer grado son padres, hijos, cónyuge, suegros, yernos y nueras. Los de segundo grado son abuelos, hermanos, nietos y cuñados.

Por otro lado cuando una persona se somete a una intervención quirúrgica no le corresponde ningún día de permiso, sino una baja laboral. Tras la operación el hospital prepara un informe con el que se debe de acudir al médico de cabecera para que tramite la baja por los días necesarios para la recuperación. Si te vas a someter a una intervención quirúrgica debes mantener la calma, afrontarla con un pensamiento positivo y pensar que te pones en buenas manos. En SaludOnNet contamos con cirujanos expertos que harán que tu experiencia en quirófano sea lo mejor posible.

Qué son las fístulas, cómo saber si tengo una, tipos y cómo se cura

Qué es una fístula

Hay lesiones que aun no siendo graves reducen la calidad de vida de las personas que las padecen. Esto ocurre en el caso de las fístulas, que necesitan ser tratadas y operadas para su desaparición.

Una fístula es una conexión anormal entre dos partes del cuerpo: un órgano o un vaso y otra estructura. Es una abertura entre dos órganos internos o entre un órgano y la superficie del cuerpo que permite un escape o filtración.

Las fístulas pueden aparecer en cualquier zona del cuerpo. Aunque existen diversos tipos, es frecuente que conecten dos partes del intestino o el intestino con otro órgano del cuerpo, como la piel, la vejiga y la vagina.

Tipos de fístulas

Las fístulas se pueden clasificar de diferentes maneras, en función de su localización anatómica o de su aparición. Según cómo sea su formación existen dos tipos de fístulas:

  • Congénitas, que están presentes desde el nacimiento.
  • Adquiridas. Son más más comunes y pueden estar causadas por:
    • Infecciones.
    • Enfermedades intestinales inflamatorias como la diverticulosis o la enfermedad de Crohn.
    • Cáncer.
    • Tratamientos con radiación.
    • Lesiones producidas por traumatismos como heridas producidas por un arma blanca.
    • Cuerpos extraños.
    • Como una complicación después de una intervención quirúrgica.
    • Intoxicación al ingerir lejía.

Si hablamos de clasificación de fístulas en función del lugar en el que se producen, las principales serían:

  • Fístulas anales o perianales. Se forman al conectar el canal anal con la superficie de la piel que se encuentra cerca del ano. Es la más común y es frecuente que aparezca tras un absceso.
  • Fístula enterovesical, que va desde el intestino a la vejiga. Se dan en raras ocasiones y afecta más a las mujeres que los hombres, porque el útero se encuentra entre la vejiga y el intestino. La más común es la colovesical, que realiza un recorrido desde el  intestino grueso o colon y la vejiga.
  • Fístula rectovaginal. En este caso realiza un recorrido desde el intestino a la vagina, permitiendo que el contenido del intestino se filtre a través de la fístula. Puede producirse a causa de una lesión durante el parto, por una complicación tras una intervención quirúrgica en la zona o por un tratamiento de radioterapia, entre otras causas.
  • Fístula enterocutánea. Va desde el intestino hasta la piel, comunicándose con el exterior. Es frecuente que aparezcan en zonas del abdomen, a consecuencia de la cicatriz de una intervención quirúrgica.
  • Fístula enteroentérica o enterocólica, que va de una parte a otra del intestino.

Cómo saber si tengo una fístula

Las fístulas presentan síntomas diferentes en función de la zona en la que se produzcan, aunque en ocasiones son asintomáticas. La forma de saber si se tiene una fístula es atendiendo a las diferentes señales como la expulsión constante de pus, sangrado, dolor abdominal, diarrea, pérdida de apetito o bajada de peso. Los principales síntomas son:

  • En fístulas anales:
    • Hinchazón o bulto en el ano o canal anal que aumenta al sentarse, ir al baño, toser o realizar algún movimiento.
    • Secreción de pus, heces o sangre en la fistulas anales.
  • En fístulas vesicales:
    • Expulsión de aire, pus o heces en la orina en las fístulas vesicales.
    • Repetidas infecciones urinarias y gamas de orinar constantes.
  • En fístulas vaginales:
    • Dolor y expulsión de aire, heces o pus por la vagina.
    • Molestias durante las relaciones sexuales.
  • En fístulas enterocutáneas:
    • Deshidratación, diarrea, desnutrición y cambios de niveles de sodio, potasio o calcio.
  • En fístulas enteroentéricas o enterocólicas:
    • En función de la extensión afectada del intestino pueden ser asintomáticas.
    • Diarrea, deshidratación y mala absorción de nutrientes.

Cómo curar una fístula

Para curar una fístula es importante realizar cambios en el día a día, en el estilo de vida y la alimentación. Se recomienda:  

  • Evitar los alimentos picantes o con un exceso de grasa para ayudar a tener un sistema digestivo más sano. Asimismo, una dieta rica en fibra y cereales favorece el tránsito intestinal.
  • La ingesta de un litro y medio de agua al día, que ayuda a que los intestinos funcionen correctamente.
  • Lavarse correctamente las manos después de ir al baño.
  • Utilizar almohadillas para sentarse, en el caso de la fístula anal.
  • Utilizar compresas absorbibles en el caso de las fístulas vaginales, para evitar que la expulsión de fluidos manche la ropa.
  • Si hay dolor se recomienda tomar analgésicos y antinflamatorios no esteroideos.
  • Realizar ejercicio de intensidad moderada.

Es importante acudir al médico para que realice una exploración física y un diagnóstico de la fístula. En ocasiones el especialista utiliza pruebas de imagen para descartar patologías como la enfermedad de Crohn. Algunas son la ecografía, Resonancia Magnética, TAC, citoscopía o la fistulografía. Asimismo, es probable que el médico prescriba antibióticos para evitar que se produzcan infecciones en el área afectada.

En los casos es los que las fistulas supone una pérdida importante de la calidad de vida se puede intervenir quirúrgicamente. La operación más habitual es la Fistulotomía, con buenos resultados en casi un 90% de los casos.

Hemorroides internas y externas: síntomas y tratamiento

Las hemorroides son unas dilataciones de los plexos venosos que se encuentran entre la submucosa del recto y del ano. Aunque en la mayoría de los casos son asintomáticas, cuando estos plexos se dilatan más de la cuenta pueden generar síntomas molestos que hacen que se hable de enfermedad hemorroidal. El 30% de las hemorroides requieren ser eliminadas mediante cirugía.

Existen dos plexos en el ano, uno interno y otro externo, y la dilatación puede afectar a cualquiera de ellos. En función de la localización de la hemorroide se clasifican como:

  • Hemorroides internas: Son las que se encuentran en el interior del ano, no siendo visibles a simple vista. Estás cubiertas de mucosa y duelen con el roce. Es frecuente que sangren y dejan una sensación de ardor en la zona. A medida que pasa el tiempo estas hemorroides tienden a salir hacia el exterior.
  • Hemorroides externas: Están fuera del ano, en la parte visible, recubiertas por una piel que impide que sangren. Corren el peligro de trombosarse, sobre todo cuando se realiza esfuerzo al defecar.

El 50% de las personas con más de 30 años tiene hemorroides. Esta afección está causada por diversos motivos. Los principales son el estreñimiento, los esfuerzos que se realizan al defecar y permanecer demasiado tiempo de pie. También es un factor de riesgo tener presión en la parte del abdomen. Es por ello que las hemorroides en el embarazo son muy frecuentes.

Principales síntomas

El 70% de las hemorroides son asintomáticas y no es necesario operarlas. Sólo se intervienen aquellas que causan molestias y complicaciones. Los principales síntomas se dan con más frecuencia en las hemorroides externas que en las internas. Son:

  • Trombosis hemorroidal. Conlleva la aparición de un proceso inflamatorio que causa dolor en la zona del ano.
  • Hemorragias con moco rectal.
  • Limitación para la higiene después de las deposiciones.
  • Picor y escozor.

El diagnóstico se realiza principalmente en consulta, mediante la historia clínica y la exploración física del paciente, a través de un tacto rectal. Si existe sangrado es frecuente que el médico solicite una analítica de sangre para descartar una posible anemia. Asimismo, y para evitar que las hemorroides se puedan confundir con otra enfermedad más grave, en ocasiones se realizan pruebas endoscópicas, como la rectoscopia o la colonoscopia.

Cómo eliminar las hemorroides

Para conseguir que las hemorroides sean asintomáticas existen remedios caseros que ayudan. Los principales son:

  • Hidratarse bien..
  • Llevar una dieta rica en fibra.
  • Eliminar los alimentos picantes.
  • Evitar pasar mucho tiempo en el baño cuando se va a defecar.
  • Tomar baños de asiento varias veces a la semana.

La intervención quirúrgica es la última opción que barajan los médicos. Antes se intentan mitigar los síntomas con analgésicos y antiinflamatorios, esclerosando las venas o mediante otras técnicas como la electrocoagulación, los infrarrojos o el láser no quirúrgico. Cuando ninguna de estas alternativas funciona, porque las hemorroides están prolapsadas crónicamente, existe trombosis o provocan hemorragias exageradas, la cirugía es lo más seguro.

Se utilizan distintas técnicas para la cirugía de hemorroides. Las  más usadas son la operación de resección y la de ligaduras. En la primera se extirpan las hemorroides y en la segunda se estrangulan. Ambas tienen una duración aproximada de una hora y se llevan a cabo con anestesia general o epidural. La recuperación dura unas dos semanas, llevando una dieta adecuada y evitando ponerse erguido durante los primeros días. El porcentaje de éxito es elevado, aunque en algunos casos, si la persona tiene predisposición genética, pueden volver a aparecer.

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Cuidados tras la operación de Hernia Inguinal

Una hernia inguinal es la protusión de una parte del intestino a través de una abertura en la pared abdominal en la ingle. Esta patología, que afecta a gran número de personas, puede causar un enorme malestar durante la vida diaria. Este tipo de hernia se produce como consecuencia de que una parte del intestino se ha abierto paso hacia el conducto inguinal, llegando a producir un abultamiento a nivel de la ingle o del escroto.

Es importante acudir a un especialista en cirugía general ante cualquier indicio de una posible hernia. El médico realizará de la forma más adecuada un correcto diagnóstico y ponga un tratamiento, en función de las características particulares del paciente.

Este tipo de patología puede ser de origen congénito, presente en el material genético de la persona, o adquirido durante de la vida del paciente.

Síntomas de la hernia inguinal

Las hernias inguinales producen un abultamiento visible cerca del aparato reproductor, pudiendo resultar bastante alarmante para la persona que lo sufre. La protuberancia es frecuente que aumente al estar de pie, disminuyendo en posición reclinada. Esto es debido al desplazamiento natural que realiza el intestino dentro del cuerpo humano. Es muy importante detectar a tiempo esta patología, ya que se puede producir un estrangulamiento del intestino, dando lugar a una necrosis del tejido, lo que provoca graves consecuencias para la persona.

Diagnóstico y tratamiento de la hernia

El diagnóstico debe ser efectuado por un médico cualificado, que valora el cuadro clínico a partir de la exploración física realizada y las posibles pruebas complementaria. Por lo general, las más frecuentes son las radiográficas, ya que con ellas se obtiene una adecuada información para el diagnóstico. Asimismo, los procedimientos radiológicos más utilizados son las ecografías e incluso los TAC, pudiendo resultar unas excelentes pruebas complementarias a la hora de abordar esta patología.

También es posible que el médico solicite al paciente que se ponga de pie y tosa, ya que esta acción permite hacer más visible la presencia de la hernia.

Cuando la hernia inguinal causa sintomatología debe ser tratada de forma quirúrgica. En este sentido, aquellos pacientes que no presenten sintomatología no tienen que operarse. Sin embargo, deberán llevar una vigilancia periódica con el objetivo de detectar cualquier tipo de cambio que se haya producido en el bulto.

Cuando la hernia se encuentra sin flujo sanguíneo es necesario realizar una operación quirúrgica de emergencia, en la que se procede a la liberación del tramo que se encontraba colapsado. Es por todo ello que se aconseja revisar la zona inguinal tanto en hombre como mujeres, pudiendo detectar de forma temprana cualquier abultamiento en el área.

Recomendaciones tras la operación

Existen algunas medidas que el paciente debe tomar, tras haberse sometido a una intervención quirúrgica de hernia inguinal. A continuación se enumeran las más importantes:

  • Cuidar la alimentación los primeros días. Los primeros días tras la intervención se aconseja por parte de los especialistas realizar una dieta blanda, en la que se incluya pescado blanco, sopas, arroz hervido o purés, evitando la ingesta de bebidas como el café o el té.
  • Tomar la medicación acordada. Es frecuente que el médico prescriba una serie de calmantes para el control del dolor, siendo recomendable tomarlos en las horas prescritas y no solo cuando aparezca el dolor.
  • Curar la herida. En estos casos lo más recomendable es utilizar algún tipo de desinfectante como la povidona yodada y volver a cubrir con una gasa estéril.
  • Realizar una actividad física moderada. Es bueno que la persona debe comenzar a caminar desde el primer momento, no siendo aconsejable durante las primeras semanas realizar ejercicio físico intenso, ya que puede influir de manera notoria en la normal curación de la herida.

En el caso de que tu médico te haya recomendado una intervención de hernia inguinal, en SaludOnNet contamos con especialistas que te brindarán una atención personalizada, sin lista de esperas, y tengas o no tengas seguro medico.

Si por el contrario, ya te has operado de hernia inguinal, quizá necesites acudir al especialista en cirugía general para que realice un seguimiento del postoperatorio o para resolver cualquier duda que puedas tener.

Qué es una hernia femoral o crural

La hernia femoral o crural se produce cuando el intestino pasa por debajo del ligamento inguinal hacia el canal femoral y causa un dolor intenso. En ocasiones se puede ver una masa o abultamiento debajo del ligamento inguinal, en la parte superior del muslo y cerca de la ingle, pero no siempre es palpable. Esta es una de las causas que hace difícil su diagnóstico.

Este tipo de hernia se da en el 3% de la población, más en las mujeres que en los hombres, en una proporción de 3 a 1. No se ha demostrado causa congénita y se produce con más frecuencia en el lado derecho. Se trata de una hernia que hay que tratar, porque en un 40% de los casos hay tendencia al estrangulamiento.

Existen determinados factores que predisponen a tener una hernia femoral. Los más comunes son la obesidad, EPOC, tos frecuente, estreñimiento, prostatismo, embarazos múltiples o cirugías previas.

Diagnóstico de la hernia crural

Para el especialista es complicado su diagnóstico, porque es una hernia poco común que muchas veces no es visible. Por ese motivo la historia clínica y la exploración física, realizada en posición decúbito supino y en bipedestación, ayudan al especialista, que presta atención a factores como:

  • El tiempo de evolución.
  • La diferencia que existe entre la hernia inguinal y la crural.
  • Si es o no bilateral.
  • Si se reduce de forma espontánea.
  • Si hay presencia de dolor y, en caso afirmativo, cuál es su intensidad (leve, moderado o severo).
  • Grado de incapacidad para la vida laboral, social o familiar.
  • Antecedentes personales médicos y quirúrgicos y medicación que actualmente toma el paciente.
  • Si existen factores que agraven la situación como anomalías congénitas, presión intra-abdominal elevada, estados nutricionales alterados, cirrosis y diálisis peritoneal.
  • Si hay factores que favorezcan las complicaciones, como edad avanzada, tiempo de evolución y tipo de la hernia.

Tratamiento de estas hernias

Las hernias femorales pueden presentar complicaciones, como el atascamiento o la estrangulación.

  • Atascamiento: Se da cuando la hernia está fuera, duele y no existe posibilidad de reducirla. Suele asociarse a síntomas de obstrucción intestinal.
  • Estrangulamiento: Aparece cuando la hernia queda atascada y se complica más, pudiendo provocar necrosis de las vísceras contenidas.

Las hernias crurales deben ser operadas para evitar el posible estrangulamiento. Así, se pueden intervenir realizando una hernioplastia o mediante laparoscopia. La vía de abordaje y la elección de la técnica quirúrgica más adecuada se realizan teniendo en cuenta el tipo de hernia y las condiciones del paciente.

En la operación abierta se lleva a cabo una incisión sobre el lugar y se repara el área del músculo débil con una malla o, en ocasiones, con sutura. Por su parte, en la técnica laparoscópica se repara la hernia utilizando pequeños instrumentos introducidos en el abdomen del paciente mediante mínimas incisiones.

Si crees que tienes una hernia crural acude a consulta con tu médico para que realice un disgnóstico adecuado. Si necesitas operarte confía en SaludOnNet; contamos con los mejores especialistas en cirugía general dispuestos a mejorar tu calidad de vida sin listas de espera.

Qué es una hernia de hiato y cómo se trata

La hernia de hiato es un tipo de hernia adquirida que aparece en forma de protrusión o prolapso de la zona alta del estómago, por medio de la apertura del diafragma o músculo que divide el tórax y el abdomen. El hiato es un agujero que se encuentra en el diafragma, por el que pasa el esófago previo a juntarse con el estómago. Cuando se produce la hernia el estómago empuja hacia arriba hasta llegar a la zona del tórax.

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